El cepillado perfecto

Elegir el cepillo de dientes

Una mala elección o conservación de tu cepillo de dientes puede restarle eficiacia y, lo que es peor, dañar tu boca.

Debe ser suave, con un poco de pasta y durar dos minutos. Un cepillado vigoroso ocon un cepillo inadecuado puede desgartar el cuello de los dientes, retraer las encías y provocar sensibilidad. También hay que limpiar la lengua y usar seda dental.

Antes de comprar, pide consejo. “Ninguna boca es igual a otra. Es importante fijarnos tanto en el tamaño de la cabeza del cepillo, como en la disposición y la rigidez de las cerdas. No por ser más duras va a limpiar mejor, así que lo mejor es dejarse aconsejar por su dentista”, explica el Dr. Alberto Sicilia Felechosa, director médico de la Clínica Sicilia.

Mantenimiento del cepillo de dientes

Cámbialo si has estado enferma. Si has sufrido alguna enfermedad contagiosa es recomendable comprar uno nuevo ya que el cepillo puede ser un reservorio de bacterias y gérmenes.

Sácalo del cuarto de baño. En un ambiente húmedo, como suele ser el cuarto de baño, se favorece el crecimiento de microorganismos. Lo ideal es conservar el cepillo en un sitio seco, en posición vertical y al descubierto, para dejarlo secar al aire hasta el siguiente uso.

Límpialo. Sumérgelo en enjuague bucal tras aclararlo y límpialo a conciencia antes de estrenarlo.

Cada uno el suyo y en vasos distintos. El cepillo de dientes puede albergar tanto partículas de sangre, bacterias y restos de alimentos en descomposición. Conclusión: es mejor no compartirlo (jamás) y guardarlo en vasos separados para que no haya posibilidad de contaminación de unos a otros.

Aprende a cepillarte

El cepillado debe ser suave con un poco de pasta (la medida de referencia es un guisante) y durar, como mínimo, dos minutos. Un cepillado vigoroso o con un cepillo inadecuado puede desgastar el cuello de los dientes y retraer nuestras encías apareciendo problemas estéticos (dientes más largos) e hipersensibilidad dentaria. Después de dejar los dientes limpios hay que limpiar la lengua, con un instrumento específico para ello y, a continuación, hay que usar la seda dental o los cepillos interproximales.

Por último, si el dentista así lo ha indicado como coadyuvante en el tratamiento o prevención de diferentes enfermedades, se puede usar un enjuage.